Today’s reading evokes excitement, curiosity, and anticipation for what is to come. How many of us are waiting to be saved from something? From the financial stresses of life, illness, an exhausting season of work and parenting, boredom, or even a trip to the DMV; we’re all waiting to be saved from something.
My ever efficient husband had to go to the DMV and expected to pay a hefty fee for a necessary service. Dreading the possibility of a slow and expensive affair, I asked God to intervene on his behalf. To my surprise, my prayer was heard! The clerk was not only speedy but also provided an alternative which cut the fee in half. This DMV clerk saved the day!
I’m not sure why I was surprised by an answered prayer. Hasn’t God answered so many prayers? Are not the Scriptures full of promises that our Father hears our prayers (Prov 15:29)? Doesn’t today’s Gospel explicitly testify that the “Lamb of God who takes away the sin of the world,” our Savior, has come? I suppose I was shocked because I felt that my prayer was insignificant compared to prayers for eternal salvation. Apparently, God sees things differently.
This Gospel reading was intentionally chosen for today’s feast of the Most Holy Name of Jesus. The name that Gabriel gave to Joseph for the blessed Child means, “God saves”. How and from what does God save? St. Bernadine tells us:
“Glorious name [Jesus], gracious name, name of love and of power! Through you sins are forgiven, through you enemies are vanquished, through you the sick are freed from their illness, through you those suffering in trials are made strong and cheerful. You bring honor to those who believe, you teach those who preach, you give strength to the toiler, you sustain the weary.”
Jesus, the Lamb of God who takes away the sin of the world, doesn’t only care about our eternal salvation but chooses to bring it about through the very things in this life that wear us down. That summer day, He chose to step into the mundane chore of a trip to the DMV. Being the understanding and compassionate Savior that He is, he most often shows us His love and power through the “little” trials of daily life.
The moments in life that seem insignificant to us are not trivial for God, for, they are precisely how He saves us through Jesus Christ. He enters our spaces, stresses, sickbeds, our daily grind, even the DMV to prove, “I am here. I am here for you. I am here right now and always.” That is what Jesus did for my husband, and that is what He wants to do for you today.
“Behold, the Lamb of God, who takes away the sin of the world” (John 1:29).
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La lectura de hoy evoca emoción, curiosidad y anticipación por lo que está por venir. ¿Cuántos de nosotros estamos esperando ser salvados de algo? Desde las tensiones financieras de la vida, la enfermedad, una temporada agotadora de trabajo y crianza de los hijos, el aburrimiento o incluso un viaje al Departamento de Vehículos Motorizados (DVM); todos estamos esperando ser salvados de algo.
Mi esposo siempre eficiente tuvo que ir al DVM y esperaba pagar una tarifa considerable por un servicio necesario. Temiendo la posibilidad de un asunto lento y costoso, le pedí a Dios que interviniera por él. ¡Me sorprendí bastante cuando mi oración fue escuchada! El empleado no sólo le ayudó ágilmente, sino que también sugirió una alternativa que redujo la tarifa a la mitad. ¡Este empleado fue el héroe del día!
No estoy segura de por qué me sorprendí tanto por una oración respondida. ¿Acaso Dios ya no ha respondido a tantas oraciones? ¿Acaso las Escrituras no están llenas de promesas de que nuestro Padre escucha nuestras oraciones (Proverbios 15,29)? ¿No testifica el Evangelio de hoy explícitamente que ha llegado el “Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”, nuestro Salvador? Supongo que me sorprendí porque sentí que mi oración era insignificante comparada con las oraciones por la salvación eterna. Aparentemente, Dios ve las cosas de otra forma.
Esta lectura del Evangelio fue elegida intencionalmente para la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús el día de hoy. El nombre que Gabriel le dio a José para el Niño bendito significa “Dios salva”. ¿Cómo y de qué salva Dios? San Bernardino nos dice:
“Nombre glorioso [Jesús], nombre misericordioso, nombre de amor y de poder. Por ti se perdonan los pecados, por ti se vencen los enemigos, por ti se liberan los enfermos de sus enfermedades, por ti se fortalecen y alegran los que sufren en las pruebas. Tú honras a los que creen, enseñas a los que predican, das fuerza a los que trabajan, sostienes a los cansados”.
Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, no solo se preocupa por nuestra salvación eterna, sino que elige hacerla realidad a través de las mismas cosas de esta vida que nos desgastan. Ese día de verano, eligió emprender la tarea mundana de un viaje al DVM. Siendo el Salvador comprensivo y compasivo que es, la mayoría de las veces nos muestra Su amor y poder a través de las “pequeñas” pruebas de la vida diaria.
Los momentos de la vida que nos parecen insignificantes no son triviales para Dios, porque son precisamente cómo nos salva a través de Jesucristo. Entra en nuestros espacios, tensiones, lechos de enfermos, nuestra rutina diaria, incluso el DVM para demostrar: “Estoy aquí. Estoy aquí para ti. Estoy aquí ahora mismo y siempre estaré”. Eso es lo que Jesús hizo por mi esposo, y eso es lo que quiere hacer por ti hoy.
“Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo” (Juan 1,29).
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