Not all people are equal. Pretty controversial way to start a blog post right? But it is true that not all people are equal. Or maybe a better way to say it is that not all people are the same. Now, please don’t misread this, we are all beloved children of God and all have equal dignity. Each and every one of us was formed by the hands of the Creator and because of that very fact we all deserve love. But that does not mean we are equal in everything. Think for just a second about some of the noticeable differences. You may be male or female, tall or short, book smart or street smart, artistic or mathematical. Not all people are equal.
We hear as much in today’s First Reading where the apostles see themselves as unequal to the rest of the disciples. We also see it in the Gospel today where Jesus makes it clear that he is the Lord of the Sabbath and that the Pharisees are not. There is biblical evidence that not all men are equal. I propose that many of the problems we have in our society today come from this idea that we all have to be the same. It’s as if we look at our differences as holding us back because we have made inequality the dirty word of the 21st century.
But not all people are equal. God did not make us equal. Now again, we are all equal in our dignity as being made in the image of God, but beyond that we have many differences. I like to think of this by looking at our very DNA. Typically a human being is going to have an XY or XX chromosomal structure which is going to determine your sex. What is similar about these two patterns? They both start with the same letter. I like to think of that as the very life of God written into our bodies. We are all equal under God and made in his image and likeness. But then you get to the second letter in the genetic code. This is where the difference comes in. This one little letter will determine many different factors that will set us apart from others. But instead of seeing difference as a negative thing, I propose we look at it as a positive.
Damon Owens once said that man and woman were not created different from each other, but rather for each other. In other words, the differences we have and the “inequality” that exists in humanity, just might be necessary differences that can help us all build each other up. Think about your parish for a second. It contains a mix of people from all different backgrounds, races, creeds, and families. Every single individual is part of the family of God, but they also have unique and individual talents that can build up that kingdom. It’s the same with you. So I think our question today should not be how to be more like everyone else, but instead, how can we use the unique talents we have been given to serve others and to love God.
If it is hard to tell what makes you unique, then ask God. He is the one who created you with immense dignity, but also with that individual spark that makes you unique. I say we thank God that we are not all the same, jump into the difference, and build the kingdom one gift and one talent at a time. I will leave you with Paul who drives this point home. “Now there are varieties of gifts, but the same Spirit; and there are varieties of services, but the same Lord; and there are varieties of activities, but it is the same God who activates all of them in everyone. To each is given the manifestation of the Spirit for the common good.” -1 Corinthians 12:4-7
Contact the author
No todas las personas son iguales. Una forma bastante controversial de comenzar una publicación de blog, ¿verdad? Pero es cierto que no todas las personas son iguales. O tal vez una manera mejor de decirlo es que no todas las personas son iguales. Ahora, por favor, no malinterprete esto, todos somos hijos amados de Dios y todos tenemos la misma dignidad. Todos y cada uno de nosotros fuimos formados por las manos del Creador y por eso mismo todos merecemos amor. Pero eso no significa que seamos iguales en todo. Piense por un segundo en algunas de las diferencias notables. Ya que sea hombre o mujer, alto o bajo, que tenga inteligencia para los libros o la calle, que sea artístico o matemático… No todas las personas son iguales.
Lo escuchamos mucho en la Primera Lectura de hoy donde los apóstoles se ven a sí mismos como desiguales al resto de los discípulos. También lo vemos en el Evangelio de hoy donde Jesús deja claro que él es el Señor del sábado y que los fariseos no lo son. Hay evidencia bíblica de que no todos los hombres son iguales. Propongo que muchos de los problemas que tenemos hoy en nuestra sociedad vienen de esta idea de que todos tenemos que ser iguales. Es como si consideráramos nuestras diferencias como un freno porque hemos hecho de la desigualdad la mala palabra del siglo XXI.
Pero no todas las personas son iguales. Dios no nos hizo iguales. Ahora, todos somos iguales en nuestra dignidad ya que somos hechos a la imagen de Dios, pero más allá de eso tenemos muchas diferencias. Me gusta pensar en esto mirando nuestro propio ADN. Por lo general, un ser humano tendrá una estructura cromosómica XY o XX que determinará su sexo. ¿Qué tienen de similar estos dos patrones? Ambos comienzan con la misma letra. Me gusta pensar en eso como la misma vida que Dios escribió en nuestros cuerpos. Todos somos iguales ante Dios y hechos a su imagen y semejanza. Pero luego llegas a la segunda letra del código genético. Aquí es donde entra la diferencia. Esta pequeña letra determinará muchos factores diferentes que nos diferenciarán de los demás. Pero en lugar de ver la diferencia como algo negativo, propongo que la veamos como algo positivo.
Damon Owens dijo una vez que el hombre y la mujer no fueron creados diferentes el uno del otro, sino el uno para el otro. En otras palabras, las diferencias que tenemos y la “desigualdad” que existe en la humanidad, pueden ser diferencias necesarias que nos ayuden a construirnos entre todos. Piense en su parroquia por un segundo. Contiene una mezcla de personas de diferentes orígenes, razas, credos y familias. Cada individuo es parte de la familia de Dios, pero también tiene talentos únicos e individuales que pueden construir ese reino. Es lo mismo contigo. Así que creo que nuestra pregunta de hoy no debería ser cómo podemos ser más como los demás, sino cómo podemos usar los talentos únicos que se nos han dado para servir a los demás y amar a Dios.
Si es difícil reconocer lo que te hace único, pregúntale a Dios. Él te creó con una dignidad inmensa, pero también con esa chispa individual que te hace único. Yo sugiero que agradezcamos a Dios que no todos somos iguales, entramos plenamente a esa diferencia y construyamos el Reino un don y un talento a la vez. Los dejo con San Pablo, quien resalta este punto. “Ahora bien, hay variedad de dones, pero un mismo Espíritu; y hay variedad de servicios, pero un mismo Señor; y hay variedad de actividades, pero es el mismo Dios quien las activa todas en todos. A cada uno le es dado la manifestación del Espíritu para el bien común”. -1 Corintios 12:4-7
Comunicarse con el autor